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Palacio de Schonbrunn. Viena, Austria

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Schloss Schonbrunn de Viena. Palacio de verano construido para Maria Teresa entre 1743 y 1749, en realidad una versión reducida del proyecto original.
El nombre de Schonbrunn proviene de la "bonita fuente" que descubrió aquí en el siglo XVII el emperador Matías.
Fischer von Erlach hizo un proyecto muy ambicioso de palacio, abandonado en cuanto María Teresa le pidió tan sólo una residencia de verano para ella, su consorte y sus 16 hijos. Aun así, hay 1441 habitaciones.
Los interiores son un auténtico tesoro (frescos, pinturas trompe I'oeil, marquetería, lacados, estucos y espejos, tapices, mármoles y cristal). No se reparó en gastos: la Sala de los Millones costó casi un millón de guilders (una cantidad astronómica, si se compara con los 30 guilders anuales que recibían los criados de la corte como salario). La más impresionante de las salas de recepción del palacio se llama con razón la Galería Grande (43 m de longitud y 10 m de altura). Se ha utilizado en innumerables ocasiones desde 1761, entre ellas el Congreso de Viena de 1814-1815 y la cumbre de 1961 entre el presidente de EE.UU. John F. Kennedy y el presidente de la antigua URSS Nikita Jruschov.
Pero al margen del ceremonial cortesano, muchas habitaciones se utilizaban como vivienda y en esto reside el mayor interés. Por ejemplo, en la redonda Sala China hay un pequeño montacargas para cenas íntimas y una escalera secreta que utilizaba María Teresa para verse con su amante, el canciller austriaco. También puede verse la Sala de los Espejos donde recibió la emperatriz a Mozart cuando éste contaba sólo 6 años de edad, así como la habitación de María Antonieta. Las habitaciones de Francisco José están en otra parte del palacio. Desde la mesa del Escritorio, este emperador de ojos tristes y grandes mostachos que gustaba llamarse a sí mismo el "primer funcionario", administró minuciosamente los asuntos de estado durante 68 años. Sus gustos espartanos quedan patentes en el baño privado, aunque se concedió un par de lujos (un cenicero y una librería en el aseo contiguo). Los gustos de su hermosa mujer Elisabeth (Sisi) eran mucho más lujosos, como puede verse en su cuarto de baño a la última con bañera de mármol, ducha y un gancho para proteger del agua sus largas trenzas. Enseguida se capta que llevaban vidas separadas e igualmente solitarias.

 

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